Los estímulos de luz que captan las retinas son conducidos a través de los nervios ópticos hasta el cerebro, donde se procesa la información, donde se ve; pero el trayecto de la vía óptica tiene una serie de particularidades.
La primera la encontramos en los propios nervios ópticos (N), ya que cuando se introducen en el cráneo se entrecruzan, formando el quiasma óptico (Q). En el quiasma se intercambia parte de las fibras de cada nervio óptico hacia el lado opuesto, de manera que el nervio izquierdo transporta impulsos desde el lado derecho del ojo y el nervio derecho transporta información del lado izquierdo.
El viaje de la información visual continúa a través de las cintillas ópticas (T), hasta llegar a los ganglios geniculados (G), donde se da una nueva clasificación de las fibras para que cada punto del campo visual tenga un registro más exacto.
Desde lo ganglios geniculados sale un haz amplio de fibras nerviosas llamado radiaciones ópticas (R) que atraviesan cada hemisferio cerebral hasta llegar a su parte más posterior, el lóbulo occipital (O), donde está la región del cerebro encargada de procesar toda la información visual que fue captada por los ojos y transportada por la vía óptica para generar la “imagen cerebral” de lo que vemos.
Curiosamente, el cerebro procesa la información visual de modo invertido. Es decir, las imágenes del lado derecho se ven en el hemisferio izquierdo y viceversa. De la misma manera, las imágenes que vemos en la parte superior se procesan en la parte inferior de los hemisferios y las imágenes inferiores en la parte alta de los mismos.
Para completar este camino que realiza la visión, también es necesario nombrar cuatro de las fases que intervienen en él:
1º La percepción: es la primera parte del proceso y es óptica. Se puede comparar el ojo con una cámara fotográfica: la luz entra por el ojo atravesando órganos transparentes (córnea, humor acuoso, cristalino y humor vítreo) donde se busca, sigue y enfoca la imagen.
2º La transformación: la energía luminosa llega a la retina (mácula), donde se activan las células sensoriales (conos y bastones), que transforman la luz en energía nerviosa.
3º La transmisión: los impulsos nerviosos inician su camino desde el nervio óptico a la corteza cerebral.
4º La interpretación: en la corteza cerebral se interpretan los impulsos, se reconocen y se procesan para saber lo que vemos.